En todo ámbito y cada cierto tiempo surgen las necesidades de hacer cambios, para lograr nuevos resultados, más allá de lo exitoso que sea el proyecto en el que estamos. Algunos cambios se dan a la fuerza y cuando así sucede generalmente no son las mejores decisiones y se siguen probando ajustes hasta que resulte exitoso. Cuando algo es exitoso, los cambios deben ser graduales hasta que estén probados y aprobados por la mayoría.
A lo largo de los años el tenis sufrió muchísimos cambios, desde el “jeu de paume” (juego de palma en sus orígenes) a pasar a jugar con raquetas de diferentes tamaños y materiales. Las medidas de las canchas también sufrieron cambios hasta las conocidas hoy día patentada por el Mayor Wingfield.
Las pelotas incluso sufrieron sus modificaciones y se ajustaron así también como las medidas de las canchas de acuerdo a las edades y los niveles de los niños. En definitiva, el tenis especialmente en las últimas décadas se fue actualizando.
Ahora bien, sabido es que la Televisión hoy día es quien “manda” en los tiempos de los deportes especialmente. ¿Pero mandan porque sí, o lo hacen de acuerdo a lo que el espectador exige? Seguramente es lo último lo que lleva a que la televisión exija cambios para poder tener a sus televidentes pegados a la pantalla con una propuesta que les permita tener una mejor recaudación de acuerdo a las publicidades y los abonados con un producto atractivo de principio a fin.
Entonces, la pregunta que me hago es la siguiente, ¿los partidos de Grand Slam o Copa Davis a 5 sets siguen siendo atractivos? Sin dudas que muchos sí, pero en un tenis que cada vez es más físico, y en el que saque es protagonista decisivo y a raíz de ello se mejoró mucho en la devolución del mismo, ¿es una buena decisión mantener esos partidos maratónicos a 5 sets? En el caso de los Grand Slam (Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el U.S. Open) en que la competencia dura dos semanas, los jugadores llegan a jugar las finales, los partidos que deberían ser los de mejor nivel, destruidos física y mentalmente.
Entonces, ¿no será tiempo de cambios? ¿Es sano ver a un Nadal, un Djokovic o Federer sentados en una silla, o sobre una red en la ceremonia de premiación porque ya no pueden sostenerse en pie? ¿Acaso los estadios de tenis se han convertido en el Coliseo Romano donde la gente vivaba a aquel que se mantenía con vida tras luchas interminables? ¿Evolucionamos como seres humanos o seguimos siendo tan primitivos como aquellos?
¿Cuántos de nosotros nos sentamos frente al televisor y quedamos allí prendidos por 5 horas sin movernos ni un instante para no perdernos detalles de esas finales? Me animo a decir que muy pocos, al menos mi experiencia me indica que cada vez que le pregunto a un alumno o amigo si vio tal o cual partido, la respuesta en casi todos los casos fue, “logré ver los dos primeros sets y el final del quinto”, o “pude ver los últimos dos sets”, etc. Sea por estar en familia, por sentarse a la mesa, por trabajo, por hacer algún mandado o por llevar a los chicos a un lado o al otro, pero muy pocos son los que llegan a ver 5 horas de partido.
Aquellos que tienen la fortuna de ir al lugar de los torneos, también suelen decir que algunos partidos, por más espectaculares que sean, se vuelven interminables, mientras que aquellos que concurren a otro tipo de torneos del ATP en los que se juega a 3 sets no opinan igual y terminan satisfechos.
Para mi gusto, la medida exacta es jugar al mejor de 3 sets. Prefiero quedarme con ganas de ver un poco más y no aburrido de ver mucho. Y si quedo con ganas de ver más, seguro soy candidato a estar sentado nuevamente en la tribuna en la más próxima oportunidad o frente al televisor.
Por otro lado, me fascina ver a los mejores tenistas del mundo jugando a su máximo nivel físico, técnico y mental, punto a punto, game a game, set a set, y no como pasa en varias ocasiones, regulando y dejando pasar puntos, games y hasta sets. Para ir sobre algo fresco en el tiempo, en la semifinal del U.S. Open 2014 entre Nishikori y Djokovic, por momentos vimos gran nivel de tenis, y por otro lado, una vez que el japonés había logrado el quiebre propuesto, se limitó a descansar en los games que sacaba el serbio y daba el máximo cuando sacaba él. Se ponía lindo el partido cuando Djokovic intentaba recuperar el quiebre, pero muy aburrido cuando al sacar el serbio, el japonés no hacía ningún esfuerzo por volver a quebrar porque con uno ya le bastaba. Y principalmente ¿por qué se daba esa actitud? Simplemente porque venía de jugar varios partidos a 5 sets y se especulaba que el físico no le diera para aguantar los 5 sets ante el número 1 del mundo. Me podrán decir a su vez que regularse o administrarse implica ciertos riesgos, y es cierto, pero de todas formas, más allá del resultado que se obtenga con ello, entiendo que atenta contra el espectáculo y los espectadores, quienes en definitiva son quienes solventan el show.
Cierto que los Grand Slam se juegan en dos semanas, pero de todas formas creo que veríamos un mejor espectáculo sin lugar a dudas. Capítulo aparte puede ser el de la Copa Davis, donde hay un desgaste mental aún mayor a mi modo de ver las cosas y en la que algunos jugadores pueden llegar a jugar 15 sets en apenas tres días.
No olvidemos también que la superficies duras son las más utilizadas, y no hay que esforzarse mucho para ver la cantidad de lesionados que nos deja el circuito
semana tras semana. Y tema para nada menor es el de las temperaturas a las que normalmente están sometidos, salvo raras excepciones. Si bien en lo que refiere a Copa Davis y Grand Slam solo estamos hablando de 5 eventos al año, creo que los propios jugadores pueden llegar a agradecer un cambio en el sistema de juego.
Algunos seguramente y es muy válido estén poco o nada de acuerdo con el análisis aquí hecho, y seguramente se apoyen en la tradición de cada uno de esos torneos como para desacreditarlo. Pero insisto en que hay que aprovechar los momentos, y el tenis es un deporte seguido por millones de televidentes y espectadores que quizá nunca en su vida empuñaron una raqueta, pero que siempre están ahí, mirando, comentando y alucinando con lo que hacen los tenistas dentro de la cancha. Y a ellos como a los jugadores también hay que cuidarlos.