Moscú, 15/10-2020 (EFE).- Sin lugar a dudas parece salido de una saga de de las películas del famoso agente secreto inglés James Bond, ni el propio Fleming lo hubiera imaginado mejor. El tenista estadounidense Sam Querrey protagonizó esta semana una estrambótica fuga en un avión privado después de dar positivo por COVID-19 en el Abierto de San Petersburgo.
Según informa hoy el comité organizador del torneo, Querrey y su familia dieron positivo el 11 de octubre, resultado que fue confirmado en otro test realizado inmediatamente después.
En línea con el protocolo de la ATP, el jugador fue apartado y confinado en su habitación del hotel Four Seasons de la antigua capital zarista.
Además, las autoridades sanitarias rusas recomendaron someter al tenista y su familia a un examen médico, pero Querrey se negó los días siguientes a abrir la puerta con el argumento de que su hijo, que tiene unos pocos meses, estaba durmiendo.
Fue entonces que las autoridades locales le propusieron a Querrey se le trasladase con su familia a un apartamento para que se sintiera más cómodo y así reducir el riesgo de propagación del coronavirus.
Antes de que, según las reglas de la ATP, fuera sometido a un nuevo análisis, el tenista abandonó el hotel de incógnito durante la madrugada del 13 de octubre sin informar ni siquiera a la recepción.
Sólo informó posteriormente a la ATP que había abandonado territorio ruso a bordo de un avión privado.
El torneo cede a la ATP la prerrogativa de juzgar y calificar el comportamiento del jugador, señala el comunicado.
Querrey, de 33 años, y actualmente 59º en la ATP ha ganado 5 títulos en su larga carrera, en la que su mejor resultado en un Grand Slam fue alcanzar las semifinales de Wimbledon en 2017.
El Abierto de San Petersburgo, que se disputa desde 1995, este año ascendió a la categoría ATP 500 y reparte más de 1,2 millones de dólares en premios.
Se disputa con público, aunque por las restricciones impuestas para contener la epidemia de coronavirus la cantidad del mismo no debe superar el 50 por ciento de aforo del complejo Sibur-Arena, con capacidad para más de 7.000 espectadores.
Mientras se especula cuál será el destino, el mismo sería en algún país europeo que no necesite u obligue a control sanitario de entrada, lo que en este momento suena casi imposible. Lo que no se puede negar es que el tenista estadounidense se vistió del agente 007 para escapar de las autoridades rusas.