PARIS / Sin duda que la ciudad luz lo cobija bajo la luminosidad de las estrellas de la noche parisina. Y el sigue su majestuoso andar sin pausas y bajando a quien se le cruce por el camino. Su víctima de hoy el suizo Wawrinka que lo había derrotado en Roland Garros. En la otra semifinal otro que anda derecho y volando: Andy Murray “el escocés volador” que superó al “espadachín de la armada española” Ferrer.
Si tuviéramos que dar un parte de guerra diríamos “Sin novedad en el frente.” Es que hoy tampoco hubo sorpresa. Nole volvió a ser el mejor sobre la pista de tenis en su encuentro de semifinales del Masters 1000 de París-Bercy en el que derroto en 3 sets a Stan Wawrinka con parciales de 6/3,3/6,6/0 que no pudo alcanzar la suficiente regularidad para luchar con el número uno del mundo. El de Belgrado, campeón en las dos últimas ediciones, buscará su 4º título bajo la bóveda francesa ante Andy Murray, rival al que ya se ha enfrentado esta temporada hasta en 6 ocasiones.
Todo se resuelve desde el inicio. Y muchos dirán ¡que novedad! Está claro que cualquier partido de tenis se empieza a ganar desde los primeros compases, allí donde dos jugadores aparecen con rostro gélido y fríos movimientos. Con Djokovic, sin embargo, en esos primeros minutos es donde los partidos se empiezan a perder. Y al final se pierden. Como un huracán que aguarda esperando el toque para arrasar, el serbio salta al ruedo barriendo a su oponente con todas sus artes y sus magias, sin dar apenas opción de respuesta o contraataque. Así normal que todos los jugadores acaben rendidos al poderío del balcánico.
Wawrinka no fue diferente a los demás y se vio superado claramente en un 1 º set que Novak comenzó con un break a favor en el 3º juego y que ya no soltaría hasta que se fuera al banco con el parcial en su bolsillo. Un 6-3 más que suficiente para bajarle la moral al más motivado. Y eso que hoy el partido traía recuerdos por lo sucedido hace casi cinco meses en Roland Garros. Otra vez los mismos protagonistas dando batalla en la ciudad del amor, pero esta vez sin tierra de por medio y con la ausencia del sol. A priori, condiciones que le favorecían en demasía al número uno del mundo, algo que él mismo se encargó de confirmarlo.
Estando abajo el suizo salió cabreado, ofuscado en el segundo parcial, tanto que nada más pisar el cemento regaló su servicio sin sentido. La furia, si no está bien enfocada, puede volverse en tu contra. Pero tenía tiempo de controlar ese fuego, tanto que del 0-2 pasó al 4-2 casi sin darse cuenta. Rompiéndole el servicio a Novak en dos ocasiones consecutivas, permitiendo a que algún hincha gritara en la tribuna: ¡Hay partido todavía! Y no se equivocó. , tenía razón aquel inocente desconocido. El set acabaría siendo de Wawrinka por un mismo 6-3 que forzaba aquella guerra al set definitivo, algo que Djokovic no probaba desde las semifinales de Cincinnati ante Dolgopolov. Su racha de 29 sets ganados al hilo se esfumaba bajo el techo de París a manos de un suizo que todavía no pensaba en sacar bandera blanca.
Y nos imaginamos lo que pasaría por la mente del tenista de Lausana. Le había movido, le había tocado la moral e incluso le había arañado un set. Pero no, aquello solamente era el principio del final. Esos principios de los que la mayoría de las veces llegan desde el vamos, esos ítems en los que Djokovic dispara y luego pregunta. Tres juegos para el serbio y medio partido en el bolsillo, las cosas ya estaban donde debían y no se volverían a mover. Una pena para el espectador que vio cómo un paseo se convertía en una lucha psicológica con la artillería más cualificada pero que acabó siendo un monólogo del mejor del mundo consigo mismo. Ni siquiera el “huevo” pudo evitar Wawrinka en un final de función que no hizo justicia con la pelea anterior.
Son quince los torneos disputados por Djokovic este año habiendo alcanzado la final en los catorce últimos, una racha que ya es la tercera mejor de la Era Open (Federer sumo 17 y Lendl 18). Se convierte en el primer hombre en disputar ocho finales de Masters 1000 en un solo año y podría ser el primero en conquistar seis. Una corona le haría ponerse a la misma altura que las 58 cosechadas por Ilie Nastase, 10ª marca del tenis moderno, y en la final se cruzará con un viejo conocido, Andy Murray, a quien ha superado en 5 de los 6 duelos que han tenido este calendario. ¿Alguien cree todavía en que este inmortal, ser de otra galaxia pueda perder un partido en lo que resta de 2015? Murray buscara cambiar ese axioma.
El escoces Andy Murray va por el título en el Masters 1000 de París Bercy tras superar en semifinales a David Ferrer por 6/4 y 6/3. El británico supo manejar mejor los momentos de tensión y se recompuso rápidamente cuando la situación pintaba gris, con lo que mañana disputará su primera final en el torneo parisino. Por su parte, Ferrer se despidió de otra gran semana de tenis y ya descansa de cara a la Copa de Maestros que podría volver a enfrentarle a su rival de hoy. Murray, que volverá a ser número 2 del mundo el próximo lunes, aguarda por el serbio y su fuego. Uno podría sintetizar que en el primer set se vendía el boleto ganador. Ambos jugadores partían con un porcentaje completo de victorias este año cada vez que el 1º set caía de su lado, con lo que empezar mordiendo era algo más que una circunstancia. Apretó Murray nada más arrancar, con un 2-0 y pelota para colocarse tres juegos arriba, pero no lo logró. Curiosamente, aquella situación acabó con un Ferrer recuperando el break, colocándose 4-3 y disfrutando de un 0-40 que le hubiera dado la oportunidad de cerrar el parcial con su saque. Pero esto es un Masters 1000, son semifinales, y quien perdona es normal que lo acabe pagando. El británico apretó los dientes, capturó el servicio de su rival (éste sí aprovechó un 0-40) y se dispuso a completar el trabajo con su mejor arma. Un 6/4 que había sido justo con el tenista más determinante.
La reanudación volvió a traer premio para Ferrer con un 3-1 de salida que ya hacía pensar en un hipotético tercer set, pero de nuevo el destino quiso que el de Jávea no tomara mayores distancias en el marcador, y no solamente eso, sino que después de recuperar el quiebre, Andy convertiría el suyo propio, avanzando hasta el 4-3 y saque para él. Fue demasiado castigo para el de Javea, en los momentos donde había que dar un puñetazo sobre la mesa. El de Dunblane se escapaba y con él, se marchaba esa soñada tercera final en Bercy, allí donde capturó el trofeo más importante de su extensa carrera en la temporada 2012.
Será la primera final de Murray en Bercy, un lugar donde jamás había alcanzado las semifinales y donde ya tiene asegurado, como mínimo, el subcampeonato. Tras derrotar por segunda vez esta temporada a David Ferrer (cuartos de final en Roland Garros), el escocés afronta el camino para levantar su tercer Masters 1000 del año tras conquistar Madrid y Canadá. Una vez más, los cierres del calendario vuelve a aliarse con su raqueta y los buenos resultados acaban apareciendo casi sin quererlo.
Mañana sabe que no la tendrá fácil, pero este británico es tozudo y quiere seguir volando por los cielos de París. Un misil serbio buscará derribarlo.