TORONTO / En un momento en que la vida corre más acelerada que antes, donde la tecnología tiene más contras que pro, los casos de tenistas con lucha extra tenis fuera de las canchas aumenta. No sé si será por las presiones mucho mayores que la alta competencia tiene en estos tiempos, o vaya uno a saber porque lo cierto es que una canadiense hace algunos años atrás se convirtió en otra de las promesas que debió afrontar batallas en 2 frentes. Cuando la aparición de Eugenie Bouchard en el escenario del circuito acaparó la atención, apenas 1 año atrás, muchos en su país Canadá, la veían como una gran estrella que surgía en el firmamento canadiense, Muy buenos resultados ante tenistas Top, su arribo a la final de Wimbledon 2014, provocaron emociones encontradas, y quizás eclipsados no recordaron otra adolescente que provocó quizás mayores o iguales sensaciones a flor de piel. Al punto de que muchos la definieron como la mejor tenista canadiense de todos los tiempos. Para los que tenemos años encima su nombre no es familiar Carling Bassett Seguso, para las nuevas generaciones una historia que bien vale tener en cuenta. Bienvenidos al túnel del tiempo.
Esta joven canadiense nació en Toronto allá por el año 1967, con el plus de llevar el tenis en su sangre ya que su padre John F.Bassett, fue un tenista de la década de los 50 que decidió introducir a su hija en este fascinante mundo. Logro llevarla a ser la nº 2 del mundo en Juniors, ganando y coleccionando copas y trofeos a nivel internacional, convenciendo a sus compatriotas de su talento innato. Al punto de conquistar el campeonato local con apenas 14 años. Este mismo torneo lo ganaría 2 veces más. Uno de sus golpes más destacados era un revés a 2 manos que tenía sello propio. A los 16 años ingresó por la puerta del Circuito profesional, logró su 1º torneo, de los 2 que ganaría, en Pensilvania, llegó a 3 finales , cayendo en una frente a la misma Chris Evert, y llegó a los 4º de final del Abierto de Australia.
Al año siguiente parecía venir más, arribo a los 4º de final de Roland Garros y semifinales en el US Open, abanico de sueños y proyectos, nueva final en el circuito e inolvidables victorias ante grandes de la época Helena Sukova, Kathy Jordan o Hana Mandikolva entre otras.
Esta joven tenista de Toronto, venía de una familia dueños de una cervecería, franquicias deportivas, un diario y una estación de radio, como se ve nada mal para una joven de aquellos años diferentes que sin duda alguna cambiaron a la juventud del mundo. A todo ello Carling le sumaba su gran belleza, al punto de que la compararan con la atracción de aquellos años Chris Evert, Tanto fue el glamour y belleza de esta adolescente que para muchos era la nueva novia del tenis, título que le habían dado a la seductora estadounidense Evert. A su talento tenístico Carling le sumaba y alternaba su carrera como modelo en la agencia Ford Models, a ello le sumaba su propia línea de ropa llamada J C Penney, y como si todo esto fuera poco llego a ser protagonista de una película adolescente una comedia llamada Spring Fever “Fiebre de primavera” y en una serie de tv “The Littles Hobo. Todo parecía un sueño para esta cinderella del tenis. A su lado todo brillaba. Pero un poco después llegaron las malas noticias Año de 1988, los 21 años que llegan, luego de haber alcanzado el puesto nº8 del mundo, 3 años antes. Un desvanecimiento ponen el toque de atención suenan las alarmas, al punto de abandonar el circuito ante la incredulidad de todos-as. ¿Las razones? Muchas especulaciones que coinciden con su matrimonio y la llegada de su 1º hijo, aunque algunos sospechaban de otra cosa. Recién en 1992 llegaron las respuestas, desde un largo tiempo que la joven canadiense venía luchando y librando una guerra sin cuartel contra la bulimia.
Y Bassett se sincera. “A los 15 había ganado mucho peso. El cuerpo empieza a madurar, la grasa reluce y uno a esa edad quiere verse bien todo el tiempo. Empecé a sentir mucha presión”, revelaría en una entrevista a la revista People, antes de intentar regresar al circuito, acto que solo duró un par de años.
Luego agregaría, que en medio a la gira una tenista mayor le mostró la forma de poner los dedos en la garganta para vomitar y librarse de las caloría “Esto empezó a convertirse en parte de mi vida, como los que fuman o toman alcohol, era una adicción diferente, es fácil entrar pero muy difícil poder salir. Al punto de llegar a odiarme a mí misma. Porque no podía parar.” Expresó la joven canadiense. Tanto fue lo que le afectó la bulimia que en 1987, se dio cuenta que no estaba bien que estando en un club de Boca Ratón para jugar junto a su novio que luego sería su marido, también tenista Robert Seguso que sintió un tirón en el cuerpo, las manos y los brazos con calambres y empezó a hiperventilar.” Me asusté mucho, me llevaron al hospital y allí me dijeron que tenía mi metabolismo muy embromado, me trataron con Valium” “Es increíble pero a veces uno necesita que pase algo similar o de este tipo para asustarse y darse cuenta que todo anda mal.
Entonces llegó el momento de inflexión en su vida, comienza un tratamiento al mismo tiempo que abandona el tenis, el propio embarazo la ayuda, ya que no solo se debía cuidar ella como también a su bebé. A partir de ese momento cambia hasta su hábito de comer, al punto que las verduras frescas son su aliciente y base de todo. Un tiempo después volvió al circuito pero ya nada fue como antes, al punto que no había nada que la hiciera parecida, ni siquiera una sombra de la que alguna vez deslumbró, cautivó y enamoró adolescentes y mayores por igual…..no Carling Basset era apenas un recuerdo en las mentes y retinas de quienes la admiraron. El tenis como la vida muchas veces es ingrato. Este año con el abierto de Canadá finalizado el fin de semana pasado, fue una buena excusa para hacer marcha atrás en el tiempo y recuperar imágenes e historias que llegan al alma. Nada podrá borrar su paso por el circuito…ni siquiera el olvido.