Djokovic sigue imbatible y sumó otra corona

Y no hay vuelta, o rivales… el serbio es un ser de otro planeta, y tuvo dos semanas de ensueño.

Djokovic, duro de matar
Djokovic, duro de matar

SHANGHAI/  Sin novedad en el frente, así como en el libro de Erich María Remarque, sobre la 1ª Guerra Mundial, el boletín de noticias muestra otra semana a todo tren del serbio, una nueva corona y un nuevo vencido, sumado a los que quedaron en el camino en este Masters 1000 de Shanghai.

Y como no podía ser de otra manera Novak Djokovic dio una nueva lección de profesionalidad y perfección en la final del Masters 1000 de Shanghai librándose sin apuros de Jo-Wilfried Tsonga con parciales de 6/2 y 6/4 y sumando su 9º título de la temporada, el 5º en el capítulo de los Masters 1000. El  león serbio acumula ya 16 victorias consecutivas y no pierde un set desde la final del US Open, números de escándalo para un hombre que ya nos ha acostumbrado a adorarle cada domingo casi por obligación. Su tenis es sublime y su figura va camino de situarse como una de las leyendas más dominantes de la historia del deporte.

Seguir buscando adjetivos es tarea también difícil. No solo lo hace bien, también lo hace rápido. Tan rápido que los periodistas no habían comenzado empezado la crónica y el primer set ya estaba decidido. Ha mejorado incluso en su tiempo en la cancha ya que Djokovic aterrizó  en la final de Shanghai con 6 horas menos de cansancio en sus piernas que  su rival. Un dato temerario para el hombre que arrancaba la última cita de la semana con un quiebre a su favor. Y no era que no lo intentara  Tsonga, cómo no, pero enfrente estaba una computadora insufrible, sin agujeros, sin opción. Aun así fue capaz el francés de romperle una vez el servicio y alargar el 1º set hasta el 6/2, y eso era digno de destacar.  Como para tener una idea de que mar navega el balcánico.

Para los presentes el partido no tenía emoción, en otras palabras carecía de color, o quizás si solo que para uno era dorado, no hace falta nombrarlo, y para el otro, el galo era una tarde negra. De poco servía su victoria de ayer ante Nadal o su ambición por clasificarse al torneo de Maestros. Como también, de poco sirve que el de Belgrado lleve 13  finales disputadas de manera ininterrumpida y clasificado para Londres desde el mes de mayo: él quiere más. Desde luego, desde el banco la fórmula da resultado,  la doctrina de Becker y Vajda ha resultado definitiva, un plus extra  para un hombre que ya tenía el tenis y que ahora vuela con una fortaleza y una perseverancia que amenazan con equipararse a la dictadura de Roger Federer en aquellas temporadas de 2004 a 2007. Y humildemente me animo a decir amenazan por respeto al suizo, ya que algunos ya empiezan a ver demasiadas similitudes entre estos dos genios del deporte.

Luego de ese 1º parcial con aire de fallo judicial, poco podía cambiar,  pero Tsonga es un tipo con carácter y no podía marcharse del Qizhong Stadium con un resultado tan desastroso. De ahí que se apretara los cordones en la reanudación y pusiera en más dificultades al nº1. Al punto que de alguna manera el público se volcaba en cierta forma con el de Le Mans, agobiado de ver cada semana el mismo guión escrito sobre la pista. Está Djokovic tan acostumbrado a ganar sin sudar que un simple 4-4 ya le pone mal…. y  a todos sorprende. Claro que al final la lucha interna entre grandes saques y errores no forzados le acabó saliendo caro al galo y pusieron en bandeja el 25 Masters 1000 de su carrera para el de Belgrado, desempatando con Federer y quedándose a solo dos de los 27 de Nadal.

Un resumen muestra números asombrosos,  78 partidos jugados esta temporada y 73 victorias, 7  Masters 1000 disputados resueltos con 7 finales y 5 coronas. Nueve títulos hasta el momento en el calendario a solo uno de los diez que conquistó en 2011. Máximo campeón de la historia del certamen de Shanghai, desempatando las 2 antorchas que compartía con Andy Murray. Y lo más importante, aunque no sea  lo más novedoso, la reafirmación una vez más de ese poder que el balcánico lleva ejecutando desde principios de año, la  impresionante manifestación de jerarquía en un tenista que ha puesto en tela de juicio el axioma de invencibilidad   Si tuviéramos que buscar nuevos adjetivos diríamos que es un ser de otra galaxia, la prueba de que un extraterrestre vive en la tierra, y que ha inaugurado un reinado tiránico en la cima manteniéndose hasta el día que él quiera. Por ahora  nadie desafía su trono, sus rivales se arrodillan y le reinan pleitesía.