Final de película en Nueva York: Djokovic vs Federer

Djokovic se reencuentra con una cuenta pendiente en Nueva York
Djokovic se reencuentra con una cuenta pendiente en Nueva York

NUEVA  YORK: Luego de las sorpresas en la rama femenina, los favoritos acá no perdonaron y certificaron su vigencia.  Una postal: la bandera suiza domina el estadio de tenis más grande del mundo. Desde la niñez hasta la madurez, Roger Federer y Stan Wawrinka han recorrido un camino en el que han compartido éxitos como una medalla olímpica de oro y un título de Copa Davis.

Ahora, superados los 30 años de edad, Roger y Stan protagonizan un  match entre amigos que levanta pasiones en todo el mundo. La escasa paciencia que ambos muestran con la raqueta genera un partido acelerado y de poca reflexión.

De un lado la potencia de Wawrinka desborda a Federer en los primeros intercambios, y éste acepta el desafío. Ante el bombardeo de Stan, Roger enseña su pecho descubierto. En su primer juego con la devolución, Federer utiliza un golpe en dos ocasiones con suerte dispar. Es un síntoma de su atrevimiento.

Emulando a su entrenador Stefan Edberg, el tenista de Basilea concibe la red como primera opción de ataque. Incluso, cuando el marcador le asfixia con tres puntos de break en contra de forma consecutiva.

Entonces aparece el lado oscuro de Wawrinka, su tradicional inconsistencia, y Federer devora esta oportunidad para ganar la primera batalla, que muestra una abismal diferencia en el porcentaje de acierto con el primer servicio (69 – 39), sin dudas una barbaridad

Mirando de afuera la potencia de Wawrinka asoma como algo  superior, pero la preparación de sus golpes es notablemente más lenta que la de Federer. Con el paso de los minutos, un duelo que se había decantado por matices se convierte en un monólogo de Roger. Y empieza la clase del profesor al alumno, del mentor a su seguidor.

El exigente ritmo de juego planteado por Federer desborda a Wawrinka, que se hunde en su inconsistencia. La celeridad impuesta por el pentacampeón del US Open hace que la crisis de Stan ya sea irreversible. El chocolate es suizo pero con la marca de Roger.

Federer domina el juego entre amigos. Con 34 años, regresa a la final del US Open, un terreno que no ha pisado desde que Juan Martín del Potro se coronó en 2009. Ahora el gran Roger dispone de 2 noches para dormir y soñar con su 18º título de Grand Slam. Se concede otra oportunidad de agrandar su leyenda. Muy merecida por cierto.

UN FUEGO SERBIO CONSUME AL CAMPEÓN VIGENTE.

El nº1 del mundo serbio, en lucha balcánica con ribetes históricos no de los buenos, precisamente, por el conflicto que se vivió en los fines de los 90,  arrolló al actual campeón el croata Marin Cilic, un 6/0 6/1 y 6/2 son más que gráficos. Y como en la otra semifinal, el campeón del pasado US Open fue un súbdito en manos del actual rey del tenis. Cilic, con una sorprendente y meritoria trayectoria en Nueva York desde la edición de 2014, mostró una notable imagen de palidez ante Djokovic en la tarde del viernes.

Es cierto que los números previos hablaban por si solos  Los precedentes entre ambos (13-0 a favor del serbio) eran delatores de la escasez de argumentos del croata frente al número uno, pero el idilio de Cilic con el torneo y la inconsistencia de Djokovic en las rondas previas planteaban cierta incertidumbre.

Éstas  desaparecieron  desde el primer capítulo del partido. Novak se vestía de depredador. Dominaba con una solvencia que empequeñecía la talla de su rival y la magnitud de la ocasión. Ejecutó  de forma sistemática los principios que fomentaron su éxito: agresividad controlada, profundidad, seguridad, una excelente transición defensa-ataque y unas condiciones atléticas que neutralizaban las situaciones ventajosas del croata. Los temibles misiles croatas quedaron en la anécdota de lo que pudieron ser.

El plan de Cilic comenzaba a desmoronarse con su falta de acierto en el primer servicio, un punto que resultaba innegociable en su intento de sorprender al serbio. La ineficacia de sus subidas a la red agrandaba la brecha. Y las imprecisiones de sus golpes desde el fondo de la pista le apartaban definitivamente del número uno. Un combo muy difícil de mejorar.

El apasionado público neoyorquino sólo encontró un resquicio para soñar con un cambio de guión cuando Cilic logró una ruptura de servicio que igualaba el tercer set. Djokovic, que a diferencia de otros días no tuvo un segundo de ofuscación, devolvió el golpe de inmediato y caminó cómodamente hacia la final. De hecho, disputar la final de un Grand Slam se ha convertido en una rutina para el serbio, que  ha sido protagonista en las cuatro grandes finales del año.

A lo largo de este 2015 Nole  Djokovic ha derrotado a los vigentes campeones del Open de Australia (Stan Wawrinka), Roland Garros (Rafael Nadal) y US Open (Marin Cilic). Este domingo, en su  6ª final del US Open, Djokovic tendrá la oportunidad de añadir más gloria a su currículo. Además, Novak se reencuentra con una cuenta pendiente en Nueva York, donde sólo ha ganado una de las cinco finales que ha disputado. Claro que enfrente estará otro grande, su “majestad” Sir Roger, 2 reyes que  van por la misma corona. Este viernes la final soñada inició su vigilia.