¿A qué edad comenzaste a jugar al tenis y por qué ese deporte?
Comencé a los cinco años en cursos vacacionales que había tenis, fútbol, básquet, natación pero desde los seis o siete me empezó a ir bien en el tenis, ganando torneos locales y luego provinciales. Ya a los 10 años estaba, junto a mi primo que comenzó junto a mí, en los primeros lugares nacionales. Así que la decisión fue fácil, nos iba mejor en el tenis.
¿Cuándo tomaste la decisión de jugar exclusivamente el dobles?
La decisión del dobles la tomé a mediados del 2018, ya había tenido buenos resultados ese año. Gané mi primer Challenger en dobles y en singles me pareció que las condiciones no estaban a mi favor, financieramente no atravesaba un buen momento, también anímicamente no sé si me sentía para hacer ese esfuerzo, que es grandísimo. Yo creo que para meterte en singles tienes que comenzar primero con una base física importante en la pretemporada o en un bloque durante el año. Yo lo hice varias veces pero bueno, por muchas razones no se me dio y percibí que ya no tenía las ganas de hacerlo, sin embargo quería seguir compitiendo, sentía que podía dar mucho más.
¿Hay mucho de estrategia y poco tiempo para pensar en tu especialidad?
Definitivamente en el dobles hay estrategia pero se notan mucho más y se las repiten bastante. Creo que se trata de quien impone su táctica primero, quien explota las debilidades del otro, claro que en algún momento los rivales se adaptan, se ajustan pero también hay que jugar con la sorpresa. La cancha es tan chiquita, el margen de error es tan pequeño, que se repite mucho.
¿Tu compañero de dupla “debe tener” la misma interpretación de juego? ¿Cómo es dicho proceso entre ustedes?
No creo que deba ser la misma, es más, muchas parejas tienen a los dos jugadores con estilos diferentes que hacen que sea un complemento la pareja y tratar de usar lo mejor de uno y del otro. En nuestro caso con Ariel, él domina todo lo que es adelante, canta las jugadas, cierra muy bien y yo soy más de estar atrás, de devolver, de armarla para que él la vea adelante. Algunas veces tenemos ciertas diferencias, discusiones en cuanto qué hacer pero en eso estamos tratando de ver en qué lugar nos encontramos y usamos lo mejor de él y lo mejor mío, no solo lo que individualmente pensemos que es óptimo.
¿A qué se debe el gran desempeño que viene realizando junto a Behar desde mediados del 2018, ganando Challengers, ingresando a torneos ATP, alcanzado la semifinal en Córdoba?
Yo pienso que sí, este año había un buen momento. El pasado 2018 tuvimos una temporada que desde agosto se empezó a dar todo, ganando muchos Challengers aunque antes de esto veníamos trabajando durísimo. En algún momento, yo lo hablaba con mis papás, con mi entrenador, con mi familia, que no le veía la razón porque seguir haciendo esto. En varias oportunidades me planteé dejar de jugar porque hubo muchos años en los cuales regresaba a mi casa y para volver a salir de gira era toda una historia. Conseguir los fondos, saber que estaba apretadísimo, que no estaba en la condición de viajar con un coach, de que si tocaba hacer un cambio de pasaje, no lo podía hacer, salía con boletos comprados todo la gira para el jueves durante muchos años porque era más barato y demasiadas veces tenía que hacer esos cambios, pedirle a alguien; era difícil y en cierto tiempo ya no lo quería hacer pero era eso más que nada. Con respecto a los partidos, perdíamos uno en el super tie break, se nos iba otro y yo creo que pensábamos que merecíamos ganar solo porque trabajábamos más pero en un momento se dio y empezamos a ganarlos, a estar más cómodos en esas situaciones. Comprendimos que lo que queríamos hacer era mejorar como pareja, pase lo que pase, especialmente de mi lado.
¿Cómo es ser entrenado por tu pareja?
Bueno con mi pareja, Ana, llevamos un poco más de un año viajando y es completamente diferente. A ella siempre le gustó lo de analizar los partidos y en el pasado hablamos de intentar probar juntos. Yo he tenido varios entrenadores y la dinámica es totalmente diferente. Estoy con ella todo el tiempo, yo creo que al principio era difícil en ciertos momentos, o sea marcar la línea de cuando se habla de tenis y cuando volver a lo normal, a cenar y preocuparnos en otras cosas. Pienso que el orden, la disciplina que ella trae al equipo, a mí, era lo que me faltaba y me siento más ordenado, siento la vida más simple ahora y para el tenis eso es clave.
¿Cómo ves al tenis sudamericano en rasgos generales?
Opino que el tenis sudamericano está pasando por un momento difícil, no hay torneos, en la mayoría de los países es difícil conseguir apoyo y en este deporte hay que aguantar muchos años. Más de una vez perdiendo plata, aunque mejorando en el tenis, es difícil atraer sponsors y al no haber torneos, entonces hay muchos viajes, para que te vaya bien necesitas un entrenador y los números no dan. Luchar contra eso es difícil, esperemos que poco a poco empiece a cambiar tal panorama.
¿Por qué pensas que hay más tenistas que logran mantener una regularidad cerca de sus 30 años? No generalizo pero es algo que sucede y es positivo.
Si tienes razón, cada vez hay más jugadores que llegando a los 30 o después de los 30 empiezan a lograr mayor consistencia en los resultados y eso es definitivamente alcanzar un nivel de maduración necesario. Personalmente te puede decir que es así, en mi caso paso que a esa edad decidí a jugar por el dobles, quien sabe, tal vez lo puede haber decidido antes pero finalmente logré sacar de mi cabeza, de mi día a día, de mis hábitos, cosas que no servían pero creo que son partes que muchos tenistas lo tenemos y bueno sí, demora sin embargo yo creo que finalmente estoy con una tranquilidad y sé lo que quiero.
¿Qué diferencias notas entre jugadores como Horacio Zeballos/Marcel Granollers, jugadores top a parejas de Challengers?
El partido ante ellos en Buenos Aires, nosotros jugamos muy bien, un nivel alto que pocas veces lo hemos jugado. Yo creo aunque el score estuvo apretado, hay diferencias que cuestan trabajo y que queremos llegar a tenerlas. Una de esas es que, nosotros tal vez en aquel partido, queríamos tanto, que varias veces nos pasábamos de revoluciones, en otras queríamos ser conservadores entonces como estábamos jugando un nivel alto, todavía no tenemos esa regularidad para mantenernos ahí. Me parece que necesitamos subir un poquito el nivel y acostumbrarnos a jugar a ese límite.
¿Cómo viviste la serie ante Japón, con lo del coronavirus de por medio, y metiendo a Ecuador en las finales de la Copa Davis?
Bueno increíble y durísimo a la vez, porque dos días antes de irnos en el chat que tenemos, se habló de no ir y yo fui uno de los que dijo que no vayamos, fue un día que nos entró el pánico a todos pero después lo dialogamos bien, en arriesgarnos, que teníamos una buena oportunidad, así que aprovechemos que puede cambiar nuestras carreras. Por otro lado, las familias en contra, “que miren, que no vayan” y bueno fuimos. Cuando llegamos allá, es algo que lo he contado muchas veces, nos sentíamos muy cómodos porque tomaron todas las medidas. Yo creo que si hay un país donde todas estas medidas de distanciamiento y prevención sanitaria, es Japón quien lo hace bien. El único momento del día que nos preocupábamos era cuando nos llamaban de Ecuador.
En lo deportivo, con un equipo local que en papel era superior, eran favoritos. Jugar sin público, el coronavirus. Fuimos e hicimos lo que teníamos que hacer, fuimos muy concentrados. El equipo de Ecuador creo que cada año está mejor, tenemos un grupo muy unido, somos todos amigos. Ahora tenemos el desafío de Madrid, que será espectacular, que esperamos que se dé también porque esa es otra cosa. Quien sabe que pasará pero bueno ahora en la cuarentena, tratando de descansar, mantenernos tranquilos; faltará mucho tiempo para volver y de momento es lo que se puede hacer.