PARIS / La ciudad luz tiene de un tiempo a esta parte a un nuevo rey que ofusca a todos. Es que el nº1 del mundo desconoce todo los paradigmas y gana lo que se le propone. Este domingo ganó su 4º corona aquí, sumo su 6ª en Masters 1000 en lo que va del año, y sigue rompiendo pronósticos y haciendo añicos la historia.
Por eso otra sobrecogedora historia de superioridad. Novak Djokovic defendió su corona en el Masters 1000 de París-Bercy y levantó su cuarto corona bajo la cubierta gala tras imponerse en una final un tanto aburrida a Andy Murray con parciales de 6/2 y 6/4 en 1h 33min. El serbio, que ya es el único tenista de la historia en levantar 6 títulos de esta categoría en una temporada, firma así su 10º trofeo de 2015 igualando la marca del 2011, donde también se paseó a lo largo de los doce meses del calendario. Puede sonar repetitivo, pero es la historia a la que ya estamos acostumbrados cada domingo. El número uno sale a la pista, entierra a su rival a base de una constancia abrumadora y regresa a Belgrado con un nuevo cetro bajo el brazo. No caben más protagonistas en la historia.
Otra vez el principio fue determinante, como ante Wawrinka. Djokovic, que se conoce el juego de Murray como la palma de su mano, insistió en obligar a su rival a tomar el peso del partido si de verdad ansiaba salir campeón, un papel nada cómodo cuando juegas ante el número uno del mundo. Aquello provocó que el escocés terminará el 1º set con 19 errores no forzados y claro, con esos datos es imposible ganarle a Novak ni aunque éste se ate la mano izquierda a la espalda. Entre ellos ya se habían enfrentado esta temporada en seis ocasiones con un 5-1 a favor del balcánico. Estaba claro que solamente uno de los dos había sacado algo en claro de una rivalidad que hoy alcanzaba los 30 episodios de duración. Un 6/2 alarmante para lo poco que había lucido el de Belgrado pero, hoy por hoy, suficiente para navegar con máxima tranquilidad por cualquier pista del tour. Superioridad excesiva para alguien que ya gana sus encuentros por inercia.
El segundo acto fue más de lo mismo con un poquito de acción en la parte media. Una ruptura de Djokovic para aumentar la distancia, un contra quiebre de Murray para demostrar que esta temporada puede estar al nivel de los mejores y una nueva ruptura del serbio para confirmar que en estos instantes no hay nadie en este planeta que domine mejor que él las situaciones de riesgo. Solo por eso lleva, contando ya la de hoy, 22 victorias de manera consecutiva, cuatro títulos al hilo (no pierde desde la final de Cincinnati) y 15 triunfos seguidos en París-Bercy, una de las plazas donde más brilla su talento. Lo dicho, no hubo sorpresa en la batalla, uno siguió recolectando páginas de oro y el otro disfrutó de una nueva lección de un tenista tocado por una varita mágica. Pero no hay que confundirse, esa magia solo aparece con cientos de hora de trabajo a las espaldas y una mentalidad inquebrantable. Aunque bueno, algo de don también tiene.
Quince torneos disputados y 10 títulos en su haber le sirven a Djokovic para igualar su marca de 2011 y para empatar en la clasificación general con Ilie Nastase (58), décima marca de la historia del tenis. En cuanto a Masters 1000, empezó la temporada por detrás de Roger Federer y la termina a sólo uno de los 27 de Rafael Nadal, un registro que, si no cambian mucho las cosas, cambiará de dueño en 2016. Su 4º título en Bercy ya le sitúa como el mayor campeón del torneo parisino superando los tres de su entrenador Boris Becker, una sensación que ya venía de probar en Shanghai. Londres espera ya al dictador del circuito masculino, al hombre que ha disputado 31 partidos ante el top10 este año y ha ganado 27. El ser de otra galaxia que buscará dentro de dos semanas proclamarse Maestro por 5ª ocasión. ¿Puede haber más dudas que es una especie extraterrestre? Seguro que no, ¿y Andy Murray? Bien gracias. “Sin novedad en el frente”.
